El Cid impuso su mano izquierda

José Luis Benlloch
domingo 20 de mayo de 2012

El Cid sacó a pasear su mano izquierda, su arma infalible y rubricó con ella los puntos álgidos y más brillantes de la tarde en el quinto. La gente en cuanto le ve cimbreado sobre ese costado...

Media plaza, más de lo que se pronosticaba, buena noticia por tanto. Se confirma que la fecha se merece más y mejor atención empresarial. Fue la primera conclusión del festejo de la Patrona. Los victorinos no fueron bravos, segunda conclusión. No significa que no tuvieran su interés, sus teclas que tocar y su variedad, pero no fueron bravos. Eso quedó bien claro. Tampoco tuvieron suerte, tercera conclusión, ni los torearon a su favor ni les regalaron nada para que lucieran. Me dirán que ellos tampoco regalaron nada, verdad a medias. Yo diría para no caer en las conclusiones absolutas, que no regalaron casi nada pero hubo un excelente quinto que no debe obviarse.

El Cid, cuarta conclusión de la tarde, sacó a pasear su mano izquierda, su arma infalible y rubricó con ella los puntos álgidos y más brillantes de la tarde en el quinto. La gente en cuanto le ve cimbreado sobre ese costado se apresta a disfrutar. Y todo sabemos lo importante que es en el toreo que el auditorio esté receptivo. Ayer lo estuvo especialmente con el sevillano, entiendo que porque se lo habrá ganado y porque a ese toro le hizo el toreo con templaza y buena norma. Alberto Aguilar por su parte sacó a pasear su ambición en el tercero de la tarde, quinta y esperada conclusión, de tal manera que se enredó en emocionante reunión con un toro probón que como la mayoría de sus hermanos tendió a quedarse corto y a subir muy alto el grado de la emoción. Juan Bautista no es torero para ese tipo de corridas y si no hubiese sido porque era cuestión sabida de antemano, diría que fue la sexta conclusión de un festejo que debió ser más de lo que fue.

El argumento principal eran los victorinos y aclarado que no fueron bravos hay que valorarle que hubo de todo en su juego, lo que en tiempos en los que tanto nos quejamos de la monotonía es cualidad a valorar. El primero apuntó calidad, embistió por abajo con ritmo de saltillo, pero no la acompañaron las fuerzas, en realidad nos las tenía, y se puso a la defensiva muy pronto. El segundo era toro típico de santacoloma, menudo, limpio, avispado, con movilidad, emotivo e incomodo. Ahora que se lleva tanto aquello de valorar los toros en función de su encaste sorprende que el toro tuviese problemas para pasar el fielato de la autoridad una vez superado el del peso. No avanzamos. Lo advertíamos ayer, autoritarismo indocto. Al final lo fácil es apuntarse la comodidad de la romana y tratar de disimular su impericia. Ahora bien que no hablen más de encastes. El tercero, probón, tuvo poca clase y menos recorrido. El cuarto, playero de cuerna, no era bonito ni hay encaste que le salve el trapío por mucho que pesase. El quinto, grandón, sacó templanza y fue a más, sin duda fue el más completo, toro importante. Y el sexto que engañó de primeras, fue un prenda que entraría de lleno en el apartado de las alimañas. Listo, enterado, zapatillero y cabrón. Lo justo para que el esté delante no lo olvide y que no lo esté de gracias a Dios.

El Cid, base del cartel, no acabó de centrarse en el incomodo segundo, el bonito santacolomeño que embistió incierto y sin humillar e impuso su ley con un excelente toreo al natural en el quinto. Lo mató mal y escuchó dos avisos.

Aguilar estuvo valiente en el tercero, más bravo que su oponente al que le buscó las vueltas. Con su faena acabó metiéndose al publico en el bolsillo. Durante el sexto se estrelló contra las dificultades. Era toro de hule, imposible. Y acabo, Bautista no estuvo a gusto ni gustó, el publico distraído, el presidente tan distraído como el publico y la banda dolorosa e inoportuna.

Crónica de la corrida de ayer en Valencia publicada en Las Provincias
 

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