Quienes estuvimos en Requena el pasado domingo fuimos testigos del despertar de un torero de época. Finito de Córdoba demostró frente a un utrero de Fuente Ymbro...
Quienes estuvimos en Requena el pasado domingo fuimos testigos del despertar de un torero de época. Finito de Córdoba demostró frente a un utrero de Fuente Ymbro, encastado y con las dificultades que suele presentar la bravura en estado puro, que su inclusión en las ferias de Castellón, Valencia y el San Isidro madrileño ha sido un acierto de quienes saben ver la realidad de un torero. Juan Serrano, contra el aire, y venciendo todos los problemas que quizás para muchos otros hubieran sido insolubles, puso de relieve que es un grande del toreo.
Quienes seguimos confiando en él salimos de la plaza requenense ilusionados con la perspectiva de verlo otra vez encaramado en la parte alta del escalafón. Con muchas ganas y la ilusión de un novillero, Finito arrancó las ovaciones emocionadas que suscita el arte y el poderío torero sin trampa ni cartón. No se cansó de estar en la cara del toro y termino con él, después de hilvanarle series de derechazos y naturales de seda pura, con una estocada de libro en el hoyo de las agujas. ¡Qué calidad! ¡Qué clase! Y sobre todo, algo nuevo e insólito en este gran torero: ¡Qué ambición y qué hambre de triunfo! Si persiste en esa actitud, la temporada de 2013 puede ser la gloriosa resurrección de un torero de postín al que los agoreros daban por perdido.
Enrique Ponce, que abría el cartel, sentó una vez más plaza de su magisterio, metiendo en la muleta un novillo de Zalduendo que ofreció escasas posibilidades y resultó bronco y con tendencia a derrotar por arriba. Pero eso, en el maestro de Chiva no es más que un suma y sigue de su categoría de número uno de la tauromaquia actual. Una actualidad que para él dura ya más de veinte años triunfales. Vicente Barrera sigue conservando su estilo de verticalidad y quietud sin fisuras. Y Javier Conde, con un novillo poco colaborador de Albarreal, regaló sus artísticos detalles de siempre. Andy Cartagena a caballo, demostró una vez más su condición de figura del arte de Marialba. Finalizado el espectáculo, los comentarios giraban alrededor de la resurrección de un torero de lujo: Juan Serrano “Finito de Córdoba”.
