Equipo médico de la Monumental con el doctor Olsina a la derecha. (Foto: Faricle)Equipo médico de la Monumental con el doctor Olsina a la derecha. (Foto: Faricle)

El Dr. Jorge Olsina Pavia. Maestro de Cirujanos Taurinos

Enrique Sierra
martes 19 de abril de 2011

Al finalizar la temporada 2005 ha interrumpido su fructífera etapa como Cirujano Jefe de la Monumental de Barcelona un gran hombre y un inmenso cirujano general y por tanto taurino. Su trayectoria y experiencia ha sido dilatadísima prestando cuidados y auxilios médicos, quirúrgicos y humanos a los profesionales de la Fiesta y a muchos espectadores. Tal como es indispensable para desempeñar esa tarea el Dr. Jorge Olsina es un apasionado de los toros y un muy entendido aficionado a la vez que, como un cirujano “a la antigua” pero siempre al día, cuenta con una preparación profunda en todos los campos de la actividad quirúrgica generalista, especialmente en su faceta salvadora de la vida. Pero después insistiremos en esas cualidades.

Las primeras experiencias en este campo del entrañable doctor se remontan al año 1956 desde cuando fue jefe de equipo en las plazas de Lloret y San Felíu. Por cierto que en esos tiempos salvó la vida al conocido empresario de aquellas localidades el Sr. Javier Pascual de Zulueta, cuando fue terriblemente corneado por un astado en las maniobras preparatorias de una corrida.

En 1976 tras brillante oposición fue designado y contratado por la casa Balañá como Cirujano Jefe de la Monumental y Las Arenas, aunque en esta última sólo tuvo oportunidad de actuar durante una temporada ya que se interrumpieron allí los espectáculos taurinos un año más tarde. Había cumplido por tanto 29 temporadas al frente de la enfermería de las plazas de Barcelona. .

Al final de la temporada anterior de forma prematura falleció el Dr. Olivé Millet que con su padre Olivé Gumá fueron los encargados antes de salvar las vidas de muchos toreros y de hacer posible su recuperación profesional.

Justo terminando la temporada 1975, la anterior a la incorporación de Olsina, corta época de transición, fueron los doctores Turón y Bistué quienes salvaron de un gravísimo percance vascular a nuestro torero Enrique Patón al cerrar la fuente arterial por donde en pocos minutos se le iba la vida, para que horas más tarde el Dr. Sala Planell construyera un cortocircuito en su arteria femoral, previa desobstrucción distal de tan importante vaso con unas sondas balonadas que se empleaban por primera vez en esta cirugía sobre un torero.

Nuestro queridísimo jefe Jorge Olsina ha sido siempre maestro de cirujanos taurinos y generales, así como profesor universitario de cirugía, en cuyos programas docentes siempre incluía un tema no común en otras cátedras: “Diagnóstico y tratamiento de las heridas por asta de toro.”.

Para quien no le conociera demasiado aparentaba un talante adusto, serio y distante especialmente cuando se dirigía en el inicio de los festejos hacia su enfermería. Siempre saludaba con cortesía pero no era su estilo el quedarse a conversar en el trayecto o en la puerta de ella. Creo que su concentración mental previa al festejo y la conciencia de la enorme responsabilidad que asumía en cada tarde de toros hacen comprensible y respetable esta forma de ser.

Tantos que han tenido que ponerse en sus manos por razones profesionales, médicas y humanitarias podrían atestiguar de su estilo y talante cariñoso, resolutivo y de sus certeros consejos y actuaciones. No cabe duda que su porte y modales son los propios del caballero que es y que, como siempre ha pasado con las figuras del toreo, se percibe su excepcionalidad personal y profesional en cualquier lugar en que se moviera. Ellos, los toreros, deben serlo dentro y fuera de la plaza. El, Olsina, tiene el aura de gran cirujano en el quirófano y fuera se él.

Su equipo como es natural ha ido cambiando con el tiempo y en la actualidad el más veterano a su lado era su propio hijo Jorge-Juan, también un enorme cirujano. Fueron sin embargo los doctores Zanón , Peña y Espinosa quienes constituyeron con él el germen quirúrgico del grupo del que, con mucha ilusión, formamos parte los que estamos a su lado en estos años.

Siendo todos los nombrados magníficos profesionales y personas quisiera plasmar un emocionado recuerdo por su prematura desaparición a nuestro amigo el Dr. Rafael Peña. Atesoraba todas las cualidades de nuestro querido jefe incluyendo muy destacadamente su exquisita elegancia y naturalidad. Se nos fue allí donde se puede pasar la eternidad entusiasmándose con los grandes maestros de toda la historia del toreo. Su afición era también extraordinaria. El primer aviso de lo que luego nos lo arrebataría fue un domingo del 98 cuando entusiasmándose a mi lado con una faena de José Tomás de dos orejas se sintió mal y cayo desvanecido en la enfermería. ¡Nunca, nadie, le olvidará!

Ha sido un privilegio para mí y para Alicia, mi mujer, tener al doctor Olsina como jefe del equipo, y al poco tiempo de nuestra incorporación en 1991 como verdadero y sincero amigo. Han sido quince temporadas codo a codo con él en el burladero de médicos y, cuando ocurría el percance, una inolvidable experiencia y aprendizaje el poder asistir a su magisterio en directo en la mesa quirúrgica y colaborar en las diversas actuaciones precisas en la enfermería de una plaza.

A los cirujanos, que inevitablemente sentimos tensión cuando se avecina u ocurre un percance, nos impresionan las personas como Olsina que dominan la situación y que no traslucen en ningún momento agobio o nerviosismo. Ello sólo se da cuando con una enorme seguridad, autoridad y experiencia encauzan serena y diligentemente su energía y su valor a ejecutar con tino y asombrosa facilidad y precisión, las maniobras médicas y quirúrgicas que necesita el herido.

No utilizaba grandes recursos materiales, aunque los tenía sobradamente en la enfermería. Con poco y sencillo instrumental y suturas que ahorraba por estilo y capacidad, resolvía con rapidez hasta los más graves problemas que allí dentro del quirófano hemos vivido con él.

Excuso decirles que cuando me propuso en aquel invierno del 90 entrar a formar parte de su equipo me dio “la alegría de mi vida”. Recuerdo que me dijo “consúltalo con tu familia porque renunciar a ellos y ellos a ti 25 domingos seguidos en la mejor época del año te puede crear problemas graves”. Afortunadamente Alicia, mi esposa e instrumentista de siempre, captó la ilusión que eso me hacía y se ofreció a colaborar con el equipo. Ello fue mi solución y circunstancia crucial para que ella y yo hayamos podido semana tras semana disfrutar de la convivencia tauroquirúrgica y de aprender tanto de la “cirumaquia” de Jorge Olsina.

Dios les guarde muchos años, a él y a doña Matilde, para que puedan disfrutar de una merecida tranquilidad familiar. Aquí nos hemos ceñido a dar unas modestas pinceladas del Dr. Olsina cirujano taurino pero su perfil de jefe de servicio, cirujano universitario y hombre consagrado a su vocación quirúrgica, seguro que ha restado a sus familiares de muchísimas horas en las que para Jorge los enfermos, sus alumnos y discípulos encabezaban necesariamente sus dedicaciones.

Por último decir que si alguno de su escuela alcanzara el honor de tratar en el futuro lesiones por asta de toro dirigiendo un equipo quirúrgico taurino, a pesar del enorme bagaje adquirido a su lado siempre pensaremos ante un torero herido ¿”cómo lo haría el doctor Olsina”. Y así intentaremos hacerlo.

Jorge, permítenos a todos tus discípulos un fraternal abrazo. Te queremos.

Dr. E. Sierra Gil
Cirujano Taurino

  • *(Artículo escrito en el momento de la renuncia voluntaria del Profesor Olsina a la Jefatura de la Enfermería de Barcelona en septiembre de 2005)

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