La corriente desgasta las piedras inmóviles del río, inflexible, fuera de toda piedad, cumpliendo su oficio de tiempo, su trabajo de agua: la erosión. A lo inmóvil el tiempo se le echa encima paciente, y veloz le enseña la espalda. Creo que el toreo de hoy comienza a verle la espalda al tiempo, que, como la corriente del río, ejerce eficaz su trabajo de agua; nos erosiona. La piedra quieta y grande, es, al paso de los años, canto rodado de terciado tamaño al que miramos, y admiramos. Pero sólo para hablarnos al lado de una cafelito con leche cortado con una queja melancólica y endulzado con el azúcar amargo del mismo discurso de perdedores: qué grande fue la piedra. Qué grande fue el toreo. Yo creo que el toreo, hoy, es aún grandioso.
Lea el artículo completo en su Revista APLAUSOS
Acceda a la versión completa del contenido
El dulce sabor del azúcar amargo
La Lll edición de la corrida de Asprona volvió a congregar a la afición de…
Toros de Jandilla y Vegahermosa para José María Manzanares, Alejandro Talavante y Paco Ureña
Muy bien Morenito de Aranda frente al primero de la tarde, un toro noble pero…
Enrique Ponce, que fue agasajado por la afición con regalos tras finalizar el paseíllo, toreó…
Tres orejas cortó el de Beziers, dos de ellas a un gran toro de Pagès-Mailhan…
Las Ventas ha sorteado y enchiquerado un encierro de Jandilla y Vegahermosa (3º) para la Corrida de Toros In Memoriam que homenajea…