Los sanfermines de este año han consagrado definitivamente la de Pamplona como la Feria del Toro. Los triunfadores han sido ese puñado de toreros embravecidos que se crecen ante el toro íntegro, encastado y con trapío porque con él se han hecho y a él le deben todo lo que son y lo que han conseguido con su actitud heróica. Ha sido ésta una feria de toros y de toreros. Las llamadas figuras, que a veces sólo demuestran serlo por sus exigencias en cuanto a ganaderías, composición de la terna y la “pastizara” que se llevan en el macuto, han pasado por la capital de Navarra de puntillas. Ha sido esta una feria de toreros bien hormonados, acostumbrados a verle la cara al toro y no a la “tora” que ensaliva capotes y muletas con sus cansinas y desangeladas embestidas.