Hay una melancolía nacional virtual llamada “La España vacía”. Analizo la frase. La España vacía es una marca urbanita de la nueva política, con el fin de sacar rédito político a un drama humano nacional: la desertización geográfica y humana de este país. La nueva política, ciento por ciento urbana, desconocedora absoluta del mal de la tierra, no planea curar la enfermedad de la tierra, sino erguirse en campeón de la lucha para salvar la tierra. No busca la solución a la muerte de lo rural, sino el afecto y el voto urbano, liderando esa melancólica sensiblería nacional urbana a favor de “los pueblos”.
El pueblo, la aldea, el árbol, el arado… no como realidad moribunda que convulsiona nuestra propia cultura y forma de vida como país, sino “el pueblo” como imaginario de una tapia recordada con un “vivan los quintos” escrito con brocha gorda. La España vacía se ha convertido en la marca política que ha creado una corriente de simpatía afectiva inútil respecto a lo rural. Una corriente virtual para una marca virtual, pues, de facto, las medidas que parten de la marca la España vacía sólo logran el efecto de vaciarla más.
La España desertizada en lo geográfico, en lo medioambiental, en lo cultural, en lo productivo, en lo sostenible. La España que no cabe en el “vivan los quintos” pintada en una tapia. Un icono emotivo, cinematográfico, urbano y nostálgico nacional que afirma salvar al campo desde la ciudad y su mente.
La gente de la tauromaquia ha de dejar de comportarse como la estúpida y sensiblera gente urbanita. Los toreros deben de comprometerse con la tierra que da origen a su leyenda y su dinero
Ni un solo político de la nueva generación sabe qué es lo rural, qué es el campo, la tierra. Pero son los paladines de la lucha contra lo vaciado de España. En el Senado, que debería ser el sanedrín de la tierra, se sientan urbanitas que no saben qué es el canto de un gallo o el olor a estiércol. Las medidas de la marca España vacía no sólo son estériles por nacer de un profundo desconocimiento de lo rural. Desconocen, o quizá no conocen en profundidad, que la tierra sin hombres es tierra muerta. Puede que sea tan profundo este conocimiento revestido de desconocimiento, que estemos caminando a un nuevo modelo social humano y económico: el regreso a la Ciudad Estado, a la Megalópolis Estado.
Porque el vacío no es el del pueblo de la tapia del vivan los quintos. El 80 % de zonas rurales, sus ciudades y capitales incluidas, se vacían. Se vacían significa: migraciones, abandono humano de los mayores, desarraigo, desubicación, suicidios (diez cada día, uno cada hora y media en España, dato que se oculta por ser bestiario nacional), desprotección femenina, desprotección sanitaria, educativa, muerte de la tierra, genocidio ecológico.
La política insiste con las promesas contra caza, pesca, tauromaquia, contra cualquier actividad que relaciona y arraiga campo y humano. Normas para criar, para ordeñar, para recoger un huevo. No debe de extrañar que los efectos de la subida del SMI haya provocado que el campo estalle en ira. No se puede hacer compatible una norma urbana que implique a lo rural, porque será siempre una norma errada y multiplicadora de los problemas del campo. Por esta razón los políticos rurales del campo que pertenecen a partidos urbanitas, incluso son capaces de levantar la voz.
En el Senado se sientan urbanitas que no saben qué es el canto de un gallo o el olor a estiércol. Desconocen, o quizá no conocen en profundidad, que la tierra sin hombres es tierra muerta
El campo, lo rural, sus gentes, han de seguir en la lucha, hacerse visibles, tener presencia mediática y social. Desde ese ruido mediático y social agitador y legítimo se puede decir alto y claro que la España vacía no es una melancolía nacional virtual. Es la España desertizada, desarraigada, la España enferma de un genocidio medio ambiental ecológico y humano. Las gentes del toro, las gentes del campo del toro, han de apoyar a su gente. La gente de la tauromaquia ha de dejar de comportarse como la estúpida y sensiblera gente urbanita. Los toreros deben de comprometerse con la tierra que da origen a su leyenda y su dinero.
Somos tierra y sólo somos tierra. Este país es tierra tras tierra, campo tras campo. Mucho más que una suma de naciones o nacionalidades geopolíticas en confrontación guerracivilista, España es tierra sobre tierra, surco sobre surco, río sobre río, valle sobre valle. Esa tierra sin ideología, esa tierra sin otra huelga que cuando no llueve. Esta es la ideología de la Alianza Rural, una nueva entidad que acoge todos los sectores del campo y del mundo rural, al que la tauromaquia también pertenece.