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El futuro de muchas ganaderías

Solo un milagro evitaría “la gran tragedia” anunciada. Y hay que centrar la actualidad en ese apocalipsis que se anuncia en las ganaderías de bravo. Van a caer muchas. Las que aguanten se van a reducir. La Fiesta se va a achicar a límites no aconsejables, y los ganaderos que no pueden soportar el desastre económico no tienen otro remedio que quitar la ganadería o reducirla casi a la nada. Luego hay otro problema ganadero y es que las ganaderías que más van a resistir son las que les gustan a ciertos toreros, pero no siempre a los aficionados. El toro de casta, el que pide papeles, el “Bastonito” de turno, el bravo, al que hay que torear y poder, el que te mide, el que te da la gloria o el infierno: ese lo van a orillar hasta desaparecer; como no sea que la torista Francia -no todas sus plazas, pero sí bastantes de ellas- compren ese tipo de ganado para defender la emoción.

Te hago una proposición: si te doy la lista de esas ganaderías que lidian en la parte torista del país vecino, te encontrarás con ganaderías como la de Robert Margé, Cebada Gago, Miura, Victorino, Palha, Cura de Valverde (¿te acuerdas?), La Quinta, Dolores Aguirre, Conde de la Corte, Pedraza de Yeltes, Flor de Jara, Saltillo, Partido de Resina, Los Maños, Raso de Portillo, Juan Luis Fraile, etc. La lista es muy larga de ganaderías que lidian poco pero que mantendrán, al menos, lo que Francia y alguna ciudad española les compren.

Hay que centrar la actualidad en ese apocalipsis que se anuncia en las ganaderías de bravo. Van a caer muchas. Las que aguanten se van a reducir. La Fiesta se va a achicar a límites no aconsejables

Pero la guadaña del coronavirus y de la poca atención a los ganaderos (y también a muchos toreros) va a dejar un panorama desolador para esas ganaderías toristas, que son la riqueza de la pluralidad y del no “menú diario”. Me decía Victorino, y éste sabe de qué va, que “las ganaderías se van a quedar al 50% de lo que ahora tenemos”. Entre reducidas y desaparecidas. Y ahí está la primera gran destrucción de la Fiesta. Quedarán, en general, las ganaderías más habituales en las grandes ferias, que ya sabemos cuáles son. Se lo han ganado. Pero no debería haber ganadores ni perdedores. Aunque a ti te gusten más las manzanas que las peras, no vamos a cortar por el tronco a los perales. ¿Quiénes aguantarán? Las ganaderías de las figuras. Y lo que es peor: menos variedad de encastes. Eso es lo que nos espera.

Claro que lo que mantendría el futuro sería que las plazas grandes abrieran. Pero esa es otra. Los políticos, una generación de alcaldes y presidentes que por encima de todo no quieren pillarse los dedos por un error ni quieren ver peligrar su cómodo sillón, están poniendo pegas a todo. Y si no hay milagro no tendremos ni las grandes ferias de segunda como Albacete, ni las de primera (nada de esto es seguro) como Madrid, Sevilla, Bilbao, San Sebastián… Y si no hay toros allí, en el gran espejo de las grandes plazas, apaga y vámonos.

¿Y los toreros? Habrá figuras que si sigue esta crisis sanitaria torearán tres o cuatro. Otros menos. Y los que roen el hueso duro, los que maridan a diario con Miura o Victorino, o hierros parecidos, también tendrán restricciones. No me gusta cómo huele el año. El único que no tiene mente antigua es Ponce. El que más corridas ha toreado, posiblemente uno de los que más dinero ha ganado, y ahora, cuando miras el escuálido calendario de festejos de este año, Ponce es el rey de la pandemia.

Los que van a tener pérdidas seguras son demasiados ganaderos. Y esa es la madre del cordero. Ellos tienen la bomba de gasolina que es el toro y su casta. Y si la gasolinera cierra… ¿qué? Átense los machos

Que no vuelva el coronavirus y los rebrotes en esta país donde mucha gente todavía se cree que este bicho no hace nada, que hay que celebrar botellones con los amigos, que la mascarilla es un trapo innecesario. Va a ser todo muy jodido. Y a la Fiesta no le va a sentar nada bien.

Me importan los ganaderos, me importa el público aficionado, me importa el torero que está en la cumbre, el que intenta escalar a ella, el que se cayó cuatro veces en el intento y hasta el que no puede escalar porque va por la cara fea y dura de la montaña taurina. Y gracias a los empresarios valientes.

Agosto, septiembre y un cacho de octubre serán vitales. Si las plazas grandes siguen cerradas, atención al futuro. Si mejora el panorama, pues del mal el menos. Pero los que van a tener pérdidas seguras son, además de muchos toreros y de muchos novilleros, demasiados ganaderos. Y esa es la madre del cordero. Ellos tienen la bomba de gasolina que es el toro y su casta. Y si la gasolinera cierra… ¿qué? Átense los machos.

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El futuro de muchas ganaderías

Manolo Molés

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