Aunque su paso por Madrid no ha sido triunfal en cuanto a números, sí ha dejado el poso de su toreo clásico que lleva por bandera y que tanto ha calado en los aficionados. Fidelidad a un estilo puro que profesa ante cualquier tipo de ganadería, aunque no le gusta que le encasillen en determinadas divisas; y fidelidad a una manera de entender el toreo, basada en la recompensa al esfuerzo y el respeto al que se juega la vida. Apenas lleva cuatro corridas de toros esta temporada -una en Valencia y tres en Madrid-, pocas para un torero de tanta categoría y tan demandado por el aficionado, un cariño que no es correspondido por ciertas empresas, que no acaban de abrirle las puertas de las ferias. Muy injusto. El riojano nos desvela además algunos de los secretos de ese toreo eterno que ha sido piropeado hasta por los más grandes.
- “¡Estoy cansado ya de la misma historia! Los empresarios son dueños de sus plazas, pero deberían escuchar al aficionado. Hacen un daño tremendo al toreo”
- “Ni en mis mejores sueños hubiese pensado que sería capaz de torear así y que la gente sintiera tanto. Pero sigo soñando ser mejor torero”
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