Todos los sistemas de comunicación se llenan de mensajes de felicidad y prosperidad para el año nuevo. Hay mensajes sinceros y que sabes que van de corazón a corazón. Otros están copiados de la literatura más dudosa aunque en el fondo quieren patentar algo parecido. Son tiempos supuestamente de paz y buena voluntad. Es otro año que está por lidiar y que nadie sabe de qué ganadería es. Aunque tal y como están las cosas poquitas alegrías se adivinan en el horizonte. Y hay mucha gente pasándolo mal. Incluso en el mundo del toro. Toreros que no usan el traje de luces apenas. Novilleros cuyo horizonte es muy negro y la cuenta corriente en débito. Apoderados que gastan mucho en teléfono, y en paciencia, y luego apenas hay respuesta. Ganaderos dignos, gente que ama el toro, que están con el agua al cuello. Tanta gente que apenas ve un resquicio de esperanza para el nuevo año en el que sólo algunos han decidido que la ruina de sus prójimos, empresarios incluidos, pertenece a otro mundo.
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El horizonte y los recuerdos
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