Esa generación que clama venganza sobre lo que nunca le agravió, no la comprendo. La sufro. En su sin gusto. Porque no es cierto que el gusto sea malo o sea bueno. El gusto se tiene o no se tiene. Y no lo tienen. Por ejemplo: de los titiriteros de Madrid a mí lo que me irrita es que la función en sí es cutre. Da igual Al Qaeda, que ETA que Franco. Es cutre, rancia. Es a modo de esa barba que pretende serlo que no es y que incluso siendo limpia es sucia. Todo es, al fin y al cabo, cuestión de gustos.
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