Nunca se le olvidará la temporada 2015 ni mucho menos su faena a un toro de Miura en San Isidro, una obra que aunque no tuvo refrendo con la espada sirvió para poner un punto de inflexión a su carrera. Otra tarde épica en Valencia dio un golpe de autoridad más a su poder y su entrega y le coronó como uno de los toreros más capaces y de mayores registros frente a las ganaderías duras. Comprometido, auténtico, Rafaelillo admite que atraviesa un momento de plenitud y madurez como nunca antes había vivido. “El triunfo de Madrid llegó en el tiempo de descuento. Si no estoy a ese nivel, me hubiesen quitado de en medio”
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