Bienvenido Madrid, en buena hora aquel don Livinio tuvo la ocurrencia de organizar en 1947 una feria de cuatro tardes en Las Ventas. La feria de San Isidro. Y no le cayó bien a todo el mundo, y como siempre hubo polémica, y no poca con la idea de poner en pie una feria (las ferias se consideraban cosa de los pueblos) cuando Madrid tenía una temporada cuajada de marzo a septiembre con toros todos los domingos y fiestas de guardar. Pero don Livinio acertó y sobre todo tuvo una extraña y benéfica visión de futuro. Porque con el paso del tiempo, y la llegada de otros espectáculos, de las vacaciones y de las huidas de Madrid en los fines de semana, todo fue a menos en la capital y en la Fiesta; y sin embargo San Isidro, y su feria, se convirtió en la máxima atracción taurina. Cambiaron los tiempos porque todo evoluciona. Unas veces para bien y otras ya saben…
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