La historia de Barcelona o de Cataluña toca su fin. Toca a sabiendas de que se sabía. Desde hace muchos años vengo insistiendo de la venta de la plaza Monumental. En un predicar estúpido y estéril, pues, en ese trayecto recibí las iras de quienes, supongo que de buena fe y no por compraventa, hicieron de todas mis afirmaciones el centro de sus ataques. Fui el enemigo íntimo de una Plataforma de la que nadie habla ahora porque da vergüenza. En la vida procuramos eliminar testigos de aquello que nos hace ser vergonzantes. Ahora las gentes jóvenes del Foro de la Juventud Taurina a quienes les disgustó tanto un artículo que les pedía seguir siendo jóvenes, pero mayores de edad, que es compatible, también se ufanan en maldecirme.
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