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El Palomo de la guerra

A sangre y fuego. Hazañas bé­licas. Orgullo y pasión. Contra viento y marea. Un tipo indoma­ble. Irreductible. Asil­ves­trado. Rompedor. Ese es el ver­bo, romper, que le gustaba conjugar y esos son los estados en los que habitó y en los que, mucho me te­mo, habita. Palomo Linares, ¡uf! Un dolor. In­sobornable. In­sa­tis­fecho. Per­seguido. Fiel a los suyos. Ambicioso, duro, claro, un personaje no demasiado simpático pero siempre atractivo. Como to­rero, quieran o no quieran, que empiezan a querer, un lu­jo. Ante la paz cómoda y meliflua, él fue el Palomo de la guerra, algo que anda perdiéndose en los ruedos.
- “Al toreo se le está quitando misterio, se está alejando de su realidad. Esta es una profesión que surge de la inspiración, de transmitir sensaciones… y ya no es así. En mi tiempo sólo se sabía que nos íbamos a arrimar y que podía pasar cualquier cosa”

- “Esta era una profesión de riesgo y no digo que ya no lo sea pero no hay esa sensación o no se manifiesta tanto. Las caras de los toreros no reflejan lo mismo que antes, ni siquiera los pelos son los mismos. Hoy día no se despeina ninguno”

- “A los chiquillos de ahora los de mi tiempo les quitarían la cartera. Nosotros éramos más toscos pero teníamos una ventaja, no nos parecíamos ninguno a ninguno. A los actuales les faltan diferencias”

- “En el grupo Lozano el pensante es Eduardo, yo diría que es único, es el jefe. José Luis es muy inteligente, sabe más de toros pero el jefe es el jefe y si es Eduardo será por algo. Y Pablo es el gran complemento, el hombre del bien torear”

- “La guerrilla no fue ningún G2, todo lo contrario. Nosotros luchamos contra un G5, los empresarios, un monopolio que quería avasallarnos. Querían manejar a los toreros y se encontraron con Palomo y El Cordobés que no estaban de acuerdo con el sistema de contratación que querían imponer”

- “A quien me la hace no le perdono jamás. Es mi ley. En esas situaciones he sido muy jodido. En ocasiones he esperado una temporada para reventar a un torero en un quite porque un año antes me lo había hecho él a mí. No sé si es bueno o malo, pero soy así”

- “¿Valiente?... Yo dormí la siesta todos los días de corrida. Me entraba sueño y dormía a pesar de ser consciente de que me debía dejar matar saliese el toro como saliese, pero no sé si eso es valor”

Lea AQUÍ la entrevista completa en su Revista APLAUSOS Nº 1949

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El Palomo de la guerra

José Luis Benlloch

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