Una temporada de verano en El Puerto, montada a prisa y corriendo por mor de problemas burocráticos, y que termina en lo más alto. Ver esos tendidos de la plaza mejor iluminada del mundo hasta arriba, te llena de satisfacción. Ha quedado rotundamente claro el interés por los toros y concretamente por el toreo clásico, de arte, el de siempre. Venimos de una época reciente donde el “ojedismo” interpretado por multitud de toreros, cada uno a su manera, era el toreo que llenaba las plazas y sus intérpretes arrasaban. El año Morante ha cambiado todo esto y en El Puerto ha quedado impreso en letras de oro que lo que le interesa al público es el arte del toreo. Algunos agoreros criticaron la repetición en los carteles de Morante, Aguado, Ortega y se han tenido que comer sus palabras al comprobar cómo los "No hay billetes" y llenos ponían las cosas en su sitio. Esos toreros son los que han revitalizado la Fiesta y no solo en El Puerto, ahí está Marbella con su corrida de Candiles que de un año a otro ha doblado la taquilla.
Morante en las dos plazas ha llenado y cuajado tardes memorables, pero ojo la forma en que el genio de la Puebla está delante del toro, presagió lo que ocurrió en Pontevedra. Está de tal manera delante de los toros que da la impresión de no tener sangre en las venas e importarle muy poco la cogida. Estamos ante uno de los toreros más importantes de la historia. Para más interés, el rifirafe entre él y Roca Rey que quiere defender su cetro como corresponde a una figura y llevar al ruedo esa rivalidad que conmociona a propios y extraños. Bueno, muy bueno para la Fiesta.
Rotundidad en los óles transformados en “bieeeeen” cuando despliegan su arte Ortega y Aguado… tocados con la varita. La Fiesta goza de buena salud, en El Puerto más aún si cabe sin olvidar a un Daniel Crespo que con toreo también clásico se subió al éxito de su tarde y Talavante reafirmando el suyo, también inundando de clasicismo el ruedo. Corren nuevos aires y la juventud que cada tarde saca a hombros a los toreros nos reafirma una continuidad que muchos negacionistas no esperaban. Alea iacta est, el toreo de arte se ha impuesto.