Opinión

El rábano por las hojas

Prohibido prohibir. Esa fue la bandera de una libertad necesaria en este país después de muchos años de censura. Luego, esa libertad se entendió bien, regular o mal. Pero esa es otra historia. La libertad bien entendida, y bien empleada, abrió caminos y ayudó a crecer con más responsabilidad, conocimiento y madurez. Claro que unos, muchos, la entendieron a la perfección y otros, menos, cogieron el rábano por las hojas y la película la vieron al revés, la cabeza para abajo y los pies para arriba.

Lo que no hemos evitado, y menos ahora, es el rescoldo dictatorial de muchos de los políticos y políticas actuales que todavía creen que mandar es hacer lo que les sale de su aura de mando, esté bien o mal pensado. Por eso de pronto y con medio año casi por delante la presidenta de la Navarra dijo tan alegre: “Este año no hay Sanfermines”. ¡Coño!, si faltan un puñado de meses. Pues ella erre que erre. De pronto aparece el alcalde de Pamplona y añade el gran interrogante sembrado por la presidenta. ¿Por qué no? “Las fiestas, el encierro, no dependen de la presidenta y sí de la alcaldía”. Me gustó que el alcalde se pusiera en su sitio. Ya veremos si hay Sanfermines o no. Ante esa fiebre abolicionista está el alcalde de Pamplona, muy en torero, diciendo: “Aquí, en esto, mando yo”. Deseo con todo mi alma que el alcalde, que se ha convertido en mi ídolo, acabe, si el tiempo lo permite, saliéndose con la suya y de un modo tan torero. Espero que se den toros (que se han dado otras veces incluso sin coincidir con las fiestas) y que si todo sale bien le hagamos un monumento a Enrique Maya, tres veces alcalde de Pamplona. Estamos contigo, alcalde, y si encima logras que haya Sanfermines y toros, serás nuestro ídolo.

Lo de prohibir da gustito a demasiados políticos e incluso a mandos superiores de la Iglesia. No entiendo a los súper políticos ni a los súper mandamases de la Iglesia. ¡Joder! ya llevamos dos años que no hay Semana Santa en Sevilla. Llega el baranda, que no sé si es arzobispo o el que más manda, y antes de que acabe un año ya deja dicho que no habrá Semana Santa en Sevilla. Vamos a ver, excelencia o excelentísimo o reverendísimo o ilustrísimo, ya son dos años borrando la feria y las procesiones, la fe y los cánticos. Digo yo que se podrán tener medidas para que aquello no sea un motín, pero que la gente pueda rezar, cantar y no quedarse jodida en casa. Y por cierto, ¿ustedes dónde andan ahora que se prohiben hasta las procesiones? Y el fútbol sin gente. Y el 90 % de los políticos complicándonos más la vida. Claro que todavía queda un 20 % para soñar que somos libres y que no dependemos solo de quienes disfrutan mandar y prohibir. Qué vicio.

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El rábano por las hojas

Manolo Molés

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