Nunca un mes de octubre nos pareció tan apático. El final de septiembre y los primeros días de octubre nos llevan a una feria de Zaragoza de línea recta, mucho trecho y poco recorrido. Esa feria, la de El Pilar, es una feria de muy bajo presupuesto y muchas corridas. Y uno se pregunta dónde está la bondad de esa oferta si no es para que unos pocos vayan a los toros diez días seguidos y haya unos tres días de entradas aceptables. Es decir, que se hace una Fiesta para minorías con un producto para minorías en toro y toreros. Algo sesudamente genial y alentado por una administración local que está haciendo una pésima gestión de la fiesta de toros en una plaza tan esencial como Zaragoza.
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