A América sólo se puede ir a torear por dinero o por laureles, y sin toro, el laurel es simple y modesto perejil. Y dado que el dinero tampoco es lo que era, el salto de los toreros al otro lado del Atlántico queda reducido a un viaje más o menos turístico. Moraleja; que América está en España y así seguirá siendo mientras la Fiesta Brava no recupere –especialmente en México- la categoría que tuvo en otros tiempos. Regresar de la temporada americana con el esportón repleto de orejas es en la actualidad pura casquería, que en poco ayuda a la fama y consolidación de los toreros.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1944
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