Leo Valadez es uno de esos benditos locos que, poseídos por el toreo, dejaron su patria mexicana y familia para perseguir un sueño, que no es otro que llegar a ser figura del toreo por la vía del toreo clásico. Ese que nunca perece. A los doce años, siendo un niño, hizo el petate y se vino a España, al Centro de Alto Rendimiento para toreros de Guadalajara. Y allí sigue, madurando poco a poco; haciéndose a fuego lento. En 2016 hizo un total de 23 paseíllos vestido de luces entre España, México y Francia, y como colofón se alzó con el Zapato de Oro de Arnedo tras desorejar a Bastonito, un sensacional utrero de Baltasar Ibán de célebre nombre.
- “He actuado en plazas y con novillos de todo tipo. Me ha proporcionado unas enseñanzas que me serán de gran ayuda”.
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