El toreo está en peligro…

¿Qué hemos hecho aquí tan mal como para que algo tan sustancialmente español esté siendo combatido desde tantos frentes? ¿Será que aquí el sentido de patria se ha evaporado como por arte de un maléfico sortilegio?…

O en Francia saben hacer las cosas mejor que nosotros o aquí se está perdiendo la afición a los toros a pasos agigantados. ¿Si no, cómo se explica que mientras en Valencia, en Sevilla y ahora en Madrid ha bajado el abono sustancialmente, en Nimes aumente, hasta el punto de que este año en su feria se venderán unas quince mil entradas más que el año pasado, según declaraciones de Simón Casas? Tiene sus pelendengues que mientras en España, los toros están ya prohibidos en Cataluña y en San Sebastián, y en Galicia los políticos nacionalistas quieren hacer lo mismo, con la excusa de que allí la Fiesta “no tiene tradición ni arraigo popular”, el Estado francés la haya blindado espontáneamente considerándola un bien cultural.

Es para pensar hasta hacerse los sesos agua. ¿Qué hemos hecho aquí tan mal como para que algo tan sustancialmente español esté siendo combatido desde tantos frentes? ¿Será que aquí el sentido de patria se ha evaporado como por arte de un maléfico sortilegio? Lo cierto es que en la olla de grillos en que han convertido unos políticos ineptos, venales y acomodaticios, la otrora patria de todos los españoles tal parece que amar nuestras cosas fuera digno de censura y hasta de ser castigado. Por el camino que llevamos, quizás algún día tengamos que lamentar que el Tambor del Bruch tocara arrebato para llamar a la defensa del territorio español contra los invasores napoleónicos.

El toreo crece en Francia y mengua en España. Y es que -ya lo dijo Ortega y Gasset- para saber el estado real de España hay que asomarse a las plazas de toros. Cuanta falta nos está haciendo alguien que parodiando al alcalde de Móstoles, grite: ¡Españoles, el toreo está en peligro, acudid a salvarlo!

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