Habrá que repetirlo una vez más. Para recuperar su esplendor la Fiesta necesita el toro bravo, encastado, con duración y que su trapío imponga respeto en los tendidos. En eso creo que podemos estar todos de acuerdo, como debemos estarlo en que el trapío no es exageración de cornamenta ni de romana. El peso de un toro, para que pueda tener movilidad y expresar su fiereza, ha de estar en consonancia con su tipo morfológico. A partir de ahí, caben todos los ensayos y experimentos, que son variaciones sobre el mismo tema puesto que todos giran sobre lo de Vistahermosa, que es el encaste con mayor grado de supervivencia de los cinco originales de la ganadería brava española. Todo lo demás son flecos casi en extinción, con poca representación en el campo bravo tal como hoy lo conocemos, salvo lo de Miura, que continúa siendo Cabrera, pero que carece de imitadores.
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