El primer acto público que presidió Azaña tras ser elegido presidente de la República fue la corrida de Beneficencia en el mes de junio de 1936. Cuando apareció en el Palco Real, acompañado por su joven y elegante esposa, fue recibido con entusiasmo por el público, especialmente por el de sol, que le dedicó una larga ovación. En aquel tiempo, como ahora, la solanera la ocupaban las clases menos favorecidas económicamente, ya que las entradas eran más baratas, y si había huecos vacíos era en los tendidos de sombra. Resultaba evidente que el espectáculo taurino era algo eminentemente popular. Realmente lo que siempre ha sido. Nacido del pueblo y para el pueblo.
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