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El toreo rinde culto al cuerpo

En el toreo también existen modas, formas que se imponen cada cierto tiempo. Esta temporada ha sido la consagración de una manera de torear, de construir las faenas distinta a la que se había impuesto estos últimos años...

En el toreo también existen modas, formas que se imponen cada cierto tiempo. Esta temporada ha sido la consagración de una manera de torear, de construir las faenas distinta a la que se había impuesto estos últimos años. Para diferenciarlo podríamos decir que hoy se torea con el cuerpo y antes se toreaba a pesar del cuerpo.

Me explico. En los últimos años había una oleada de toreros con un corte más vertical, cabría decir que manoletista, o algunos decían que seguían la estela que había dejado José Tomás. Se llegaba a la emoción por la vía del valor, del estoicismo, de torear casi despreciando el cuerpo. Era la acometividad del toro contra la quietud y la serenidad del hombre.

Hoy se ha impuesto otra manera de entender este arte. Ahora el cuerpo ha alcanzado una dimensión mayor y es parte fundamental de una faena. Los adalides de esta forma de torear son dos de los triunfadores de la temporada: Manzanares y Morante de la Puebla. Con ellos el cuerpo del torero forma parte del muletazo. Torean con los dedos que sostienen la muleta o el capote, con la muñeca, meciendo los brazos, dando el pecho, cargando la suerte, girando la cintura, acompañando el muletazo con la cadera, y, si me apuran, hasta encajando el mentón. El cuerpo está al servicio del toreo para dotar al pase de un empaque y un compás que no lo tiene el otro concepto. En uno el cuerpo deja que el toro pase y en el otro lo acompaña.

Identificar las dos maneras de torear es sencilla. El que torea a pesar del cuerpo torea de capa por gaonearas, tafalleras o ceñidas chicuelinas, empieza las faenas por estatuarios o con un pase cambiado en los medios y, después del toreo fundamental, remata con pases del desdén, manoletinas, bernadinas o se mete entre los pitones.

El que torea con el cuerpo torea de capa por verónicas, las chicuelinas son más cadenciosas, y rematan con media verónica, empieza el trasteo por ayudados por alto, doblones, pases de la firma o trincherazos y tras el toreo fundamental rematan con cambios de mano, kikirikíes, trincherillas, abaniqueos...

No creo que un concepto sea mejor que el otro, yo me he emocionado con los dos, pero si fueran dos religiones distintas y tuviera que decantarme por una, yo rindo culto al cuerpo.

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El toreo rinde culto al cuerpo

Juan Cristóbal García

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