Es verdad que Sevilla ha sido la feria del todo o nada. Algunos toros magníficos y muchos animales descastados. Poco bueno frente a mucho malo. Y en toreros más o menos. Una corta lista de grandes y claros triunfadores y una cola que da la vuelta a la plaza de gente que pasó sin pena ni gloria. Lo cual siempre acentúa la pena. Cuvillo sale como garante del buen espectáculo y las corridas “toristas” salen de la feria con un puñal en el corazón de su prestigio. Y luego, en el lado de la basura bovina, demasiadas ganaderías, la mayor parte sucursales de la peligrosa modernidad. O algunas que lo fueron todo y pasaron como un fantasma de su antigua gloria. Baste recordar lo que ha sido y lo que fue lo de Manolo González. Un desastre ahora y un lujo hace años. Toreros como Espartaco, Ojeda, Capea padre, Manzanares padre, Emilio Muñoz y varias figuras más labraron tardes de gloria con este hierro. Que era calidad del mejor encaste Núñez. Tiempos lejanos que no sé si volverán.
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