Apostó por lo complejo, por aquello que se alejara de lo común en forma de llamada de atención para decir que su nombre, el de Fernando Robleño, iba a seguir dando guerra. Se propuso que la encerrona de Ceret con la corrida de José Escolar iba a ser su tabla de salvación y así fue. Una tarde triunfal que le devolvió, si es que algún día lo había perdido, el crédito de torero capaz. Un crédito del que no se ha desprendido en toda la temporada.
- “He basado la mitad de mi temporada en ruedos franceses y les estoy muy agradecido porque me han abierto las puertas”
- “Los que triunfamos con las duras deberíamos tener más reconocimiento porque el desgaste y la dificultad son mayores”
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