Me quedo frito viendo los larguísimos festejos de la Plaza México. Una tauromaquia a fuego lento y con el metraje de “Lo que el viento se llevó”. Toros y toros, de distinto trapío con la galbana en la sangre y la embestida adormilada en faenas interminables. Y siempre nos preguntamos mientras lo vemos en la tele cada domingo por la noche al tiempo que hacemos el programa de la radio. ¿Qué pasaría si salieran toros con vida, con empuje, con veinte embestidas de verdad y no ese vía crucis infinito? Pues pasaría que la buena afición azteca se emocionaría todavía más. Si se ponen en pie por un chispazo, ¿qué no harían si la traca de la emoción estallara?
