Las Fallas que han acabado serán para siempre las Fallas del frío y del viento, las Fallas de la lluvia y el infortunio climatológico/taquillero, la primera en la que los anti fueron más allá y se atrevieron a tirar la primera piedra hartos de provocar sin resultados, en realidad nada que pudiera disimular un manojo de cuestiones de mucho rango torero que a buen seguro acabarán teniendo su peso en la temporada. Así que además de viento, frío, lluvia, del autorretrato que se hicieron los anti y cierta decepción taquillera por todo lo anterior, fueron las Fallas de Morante, de Juli, de Castella, de Perera, también de Talavante y de, ¡viva la esperanza!, las Fallas de Varea. De esos sobre todos.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1956
