Suele ocurrir cuando los datos se usan como referencia y su inmensa temporada de 2014 aún asoma por el retrovisor. Quizá sean esas las causas principales, por encima de otras vicisitudes, las que han acallado el año de Miguel Ángel Perera. Un curso duro y difícil, ingrato a veces, que no ha terminado de valorarse, ni durante ni a posteriori, y que acabó de manera precipitada y abrupta por el brutal percance sufrido el pasado mes de septiembre en la Feria de Salamanca del que, afortunadamente, se recupera.
La gravísima cornada de Salamanca cerró antes de tiempo un año en el que los éxitos se resistieron en los grandes escenarios.
La de Málaga ha sido la plaza de primera en la que el torero extremeño rayó a mejor nivel y obtuvo mayores laureles.
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