En el que era su paseíllo número 99 como matador de toros en Valencia, abandonó su clásico bordado de jarrones
Enrique Ponce afrontó su paseíllo número 99 como matador de toros en la plaza de Valencia, ahí es nada, el mismo día que cumplía 25 años de alternativa. En tarde tan especial, el valenciano lució de estreno, abandonando el tradicional bordado de jarrones que le ha acompañado prácticamente toda su carera. El vestido, cosido en la sastrería Santos y con reminiscencias a la tierra en las ramas de naranjo y la flor de azahar del bordado, azul añil y oro, era una preciosidad.
Ya en el ruedo, fue homenajeado por la asociación Tendido Joven y posteriormente recibió una calurosísima ovación del público antes de afrontar la lidia de su primer toro, que brindó a su mujer Paloma Cuevas y sus hijas Paloma y Bianca. Por encima de su lote y muy pendiente de cuanto acontecía en el ruedo toda la tarde, Ponce demostró que, en su caso, un cuarto de siglo no es nada. La Feria de Julio está en el horizonte. Sería su paseíllo número cien como matador. Palabras mayores.