Según escribió para Aplausos Luis Moreno Sosa: “César Rincón templó bien sobre ambas manos en una limpia y técnica faena que fue del agrado de la concurrencia y como acertó con la espada, le fueron concedidas las dos orejas. Con el quinto, de poca fuerza, se mostró poderoso al sujetar y llevar con seguridad componiendo una acompasada faena con abundantes pases por bajo, sobre derecha e izquierda. Cobró estocada hasta las cintas para recibir otras dos orejas”.
Enrique Ponce, silenciado con el manso tercero, se desquitó en el extraordinario sexto, de nombre Bolero: “El valenciano lo bordó con el capote, recreándose en armonía para acariciar por verónicas que remató a una mano. Con la muleta, afianzado en los medios, adelantó el engaño con ritmo y temple para embriagarse de alegría, porque él sabía que hasta los incrédulos estaban reconociendo su quehacer torero y a cada muletazo lucía la grandeza del triunfo que alcanzó al indultar al buen ejemplar de La Carolina y recibir en medio del clamor dos simbólicas orejas”.
Se da la circunstancia que este toro, Bolero, era hijo del famoso toro Joyero, del hierro de Félix Rodríguez (de procedencia Murube-Santa Coloma), que fue indultado por imposición popular el 8 de enero de 1980 en esta misma plaza. Esa tarde alternaron los diestros Pepe Cáceres, Dámaso González y Curro Vázquez. Dámaso González, que ya había cortado las orejas al primero de su lote, cuajó de principio a fin al toro Joyero, marcado con el número 696 y de 447 kilos de peso. La magnífica faena duró más de 15 minutos y se dieron más de cien pases de muleta, pero incomprensiblemente, a pesar de la bravura del toro, el presidente no concedió el indulto. Bien es cierto que no se le picó mucho, pero el toro tuvo fijeza y raza, siendo una auténtica máquina de embestir. El diestro albaceteño esperó a que sonaran los tres avisos para que el astado volviera a los corrales, siendo multado por desacato a la autoridad. Concluida la corrida, el presidente dio orden de apuntillar el astado, pero éste iba ya de camino a la ganadería en un camión. Pues bien, este astado ejerció de semental en su ganadería, y, posteriormente, fue vendido a varias, acabando sus días en La Carolina cuando fue adquirido por su propietario, Santiago Uribe, donde engendró a este bravo Bolero, que también obtuvo el premio del indulto.
El veterano diestro El Puno poco pudo hacer ante un deslucido lote.
Con lleno total en la plaza de toros monumental de Manizales se celebró la tercera corrida de feria. Se lidiaron reses del hierro de La Carolina, siendo ovacionados los lidiados en segundo y quinto lugar, e indultado el bravo sexto, de nombre Bolero. Jaime González “El Puno” (silencio y palmas), César Rincón (dos orejas y dos orejas) y Enrique Ponce (silencio y dos orejas simbólicas).
