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Entre el soplo y el toreo eterno

En unos tiempos nada favorables para la fiesta de los toros y cuanto más necesita la afición de la cercanía de quienes son o han sido sus ídolos, resulta alentador que dos figuras del toreo como Curro Romero y Rafael de Paula...

...acudan a oficiar como padrinos de un libro en un rincón tan flamenco como jerezano como es la Peña Tío José de Paula.

Lo ha parido Jesús Soto de Paula, de sangre torera y flamenca, ayudado por el editor Salvador de la Barrera de Ediciones EH. Como testigos, desde la madre del autor, Sandra su esposa, hermanos, familiares, artistas flamencos y un montón de amigos. La fiesta, como es costumbre en raíces gitanas y más si el lugar así lo requiere, duró como dicen hasta el amanecer entre cante y baile del “güeno”. Joaquín Albaicín, nieto de torero e hijo de bailaora, puso la fragua al rojo vivo, enalteciendo esa inspiración del toreo calé que llega sin avisar en plena faena.

Esta tercera obra de Jesús Soto se adentra en un abanico de toreros de diferentes personalidades tocados por ese "soplo", sólo reservado para elegidos. A través de sus páginas salpicadas de lirismo aflamencado, ofrece el poder misterioso que envuelve el arte. La fusión del sufrimiento, la angustia, el triunfo, el duende, el son, hacen realidad el clamor o la espantá. El autor logra en la lectura de esta obra hacer soñar ese toreo eterno de Curro Romero y Rafael de Paula, o viceversa, del que se considera “paulista por los cuatro costados y currista por sentimiento”. Recuerda los sonidos de la tardes triunfales del camero en la Maestranza. Igualmente nos cuenta cómo "un día en una taberna sevillana mirando largo tiempo una fotografía de Pepe Luis Vázquez lanceando a la verónica, se recreó en la noche de los sueños, reviviendo esa tarde perdida en el tiempo".

Junto a Curro y Rafael figuran en ese abanico de toreros de los que siempre queda el arte, al margen de números y estadísticas, como son Rafael "El Gallo", Joselito, Juan Belmonte, Cagancho, Manolete, Álvaro Domecq, Pepe Luis Vázquez o José Tomás entre otros. Se cumple la frase de su padre, que dice: “El que tiene algo que decir dentro de sí, debe dejarlo huir”.

El bello prólogo de José Suarez Inclán, nos pone en el pórtico de un libro lleno de sensaciones y sabor que en muchos momentos logra esa complicidad con el autor, que con esa sensibilidad, exquisitez y respeto nos recrea en esa atmósfera cabal que surge desde la seducción al duende en una tarde de toros. En la vida, si haces las cosas con pasión, sentimiento y amor, se debe ser feliz.

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Entre el soplo y el toreo eterno

Luis Rivas

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