6 de mayode 2011
Por Alberto AguilarPor Alberto Aguilar

Entrenamiento y toros al lado de Sergio Marín

Alberto Aguilar
jueves 19 de mayo de 2011

Ayer estuve todo el día al lado de mi buen amigo Sergio Marín. Entrenamos juntos y por la tarde fuimos a su peña taurina de Coslada a ver la corrida de Sevilla. Sus seguidores están tan acostumbrados a vernos juntos que aunque fuera forastero me recibieron con los brazos abiertos…

Por la mañana entrenamos juntos en la plaza de toros de Torrejón de Ardoz. Otras veces vamos a San Fernando de Henares, a una finca privada que tiene una nave y que en su día perteneció a Manolo Peñaflor. Luego la compró José Rufino y hace unos quince años la adquirieron unos constructores, que son precisamente quienes nos dan permiso para “colarnos” y poder entrenar.

Estos últimos días, como os dije, están siendo rutinarios. Entrenando mañana y tarde, embistiendo, toreando, entrando a matar al carro, paseando, corriendo, yendo al gimnasio…

En la plaza de Torrejón nos hicimos ayer varios toros Sergio y yo. Su manera de embestir es la que más me gusta de todo el toreo. Y creo que la mía también le gusta a él. La verdad es que estamos muy compenetrados y no nos gusta que nos embistan otras personas. Respetando la antigüedad, primero torea él y embisto yo, y después al revés, embiste él y toreo yo.

Ah, y nos gusta de vez en cuando cambiar el tipo de embestida: ya sabéis, hoy somos de Domecq, mañana de Atanasio, pasado de Santa Coloma, al otro de Saltillo… Nos gusta meter la cara con transmisión y chispa, con importancia, si no el toreo de salón puede incluso llegar a ser aburrido.

Por cierto, estoy convencido de que para embestir bien, primero hay que saber torear bien. Y por supuesto, es fundamental que el que embiste se sienta toro. Si tú te lo crees embistiendo, el otro va a creérselo toreando. Si el que lleva los pitones en la mano no se siente toro, difícilmente va a sentirse el que maneje los trastos.

El carro tiene menos historia. Lo utilizamos para encontrar cada uno nuestra forma de entrar a matar. Con él estudiamos las distancias, los toques, la posición del codo, la manera de echar el brazo hacia adelante… Y no creáis que es fácil entrar a matar. Cuando la alpaca es nueva y no está blanda y todavía no se ha marcado bien el agujero por donde debe entrar la espada, se pincha con facilidad.

De todos modos, poco se asemeja el carretón al toro de verdad. Para empezar, uno da miedo y el otro no ¡jaja! pero es que además uno se mueve y el otro está parado y únicamente se limita a descolgar cuando pasas. Además, el carro no te tapa la salida como a veces hacen los toros pero sí te sirve para adquirir la precisión necesaria en esa suerte tan importante del toreo.

Por otro lado, correr últimamente estoy corriendo menos, en torno a los 45 o 60 minutos, porque acabo resintiéndome siempre de una antigua lesión de rodilla -por cierto, hay que ver cómo notamos tanto Sergio (que también sabe de lesiones de rodilla) como yo los cambios de tiempo…- pero sí me gusta andar, darme mis paseítos y, como ya os conté en otra edición de mi diario, hacer bici y spinning en el gimnasio.

Cuando paseo suelo irme a un parque de San Fernando que se llama Los Chopos y doy tres vueltecitas completas y eso, teniendo en cuenta que cada vuelta son 3,5 kilómetros, me ayuda a coger fondo y a tener las piernas fuertes. También me gusta irme a un camino muy bueno para hacer senderismo que hay junto al río Jarama. A veces me pierdo, pero eso sirve para caminar más todavía hasta que me reoriento… ¡jaja!

Os dejo ya porque me estoy enrollando y además voy a llegar tarde a lo de Valdeolivas, donde voy a matar a eso de las 12 un par de toros. .En el próximo diario os cuento cómo ha ido…

Lea el diario completo de Alberto Aguilar

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