Categorías: Opinión

Éramos pocos y parió la abuela

Ahora resulta que los toreros del G-10, que ni son tantos ni merecen que se les bautice como si fueran robots, han decidido tirar una piedra más al estanque de las poco claras aguas del toreo actual...

Éramos pocos y parió la abuela. Ahora resulta que los toreros del G-10, que ni son tantos ni merecen que se les bautice como si fueran robots, han decidido tirar una piedra más al estanque de las poco claras aguas del toreo actual. Los toreros tienen derecho a su propia imagen como cada hijo de vecino, pero casualmente no son ellos quienes organizan los espectáculos taurinos que transmiten las televisiones, cada día menos por cierto si exceptuamos Canal Plus. Alguien se ha precipitado echando la pelota al tejado equivocado. Ya lo intentaron hace bastantes años, y uno, que por aquel entonces pertenecía a la empresa de Antena3, y durante un tiempo -corto afortunadamente- cuidó de la contratación de esas trasmisiones, sabe lo que es sufrir la falta de sentido de la realidad que supone esa vieja aspiración. Por mucho que ahora lo intenten a la americana con su empresa de “managaments” –negocios en castellano romance- correspondiente, el error viene a ser el mismo.

Las empresas corren con toda la responsabilidad de la organización de las ferias taurinas, y ellas contratan ganado, toreros y todo lo necesario para poner el espectáculo en pie. Las que deciden televisarlo, se ponen de acuerdo con las empresas de comunicación correspondientes, y, por tanto, es con ellas con quien tienen que pactar sus derechos de imagen los toreros del G-10 o del OO7 con el dos delante. El mundo de la empresa, al cual ellos pertenecen como parte contratada por la parte contratante, tiene sus normas que no es posible saltarse a la torera. Como si no estuviera el mundo del toro bastante vapuleado por esta crisis galopante, ahora los del G-10 pretenden jugar al tiro de pichón con la televisión. ¡Pero hombres de Dios! Si ustedes saben que la TV es hoy el espíritu santo del negocio taurino, y que sin ella hay muchas corridas que no tendrían defensa económica posible. Dejen de mirarse el ombligo y piensen en esos esforzados toreros que ni torean ni cobran como ustedes… ¡Quién les habrá llevado al huerto contándoles milongas neoyorquinas! Si continúan por ese camino va a pasar con la tele como con la mano de doña Leonor, que la dejarán imposible, como dijo el clásico, “para vos y para mí”…

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Éramos pocos y parió la abuela

Paco Mora

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