Hay en el toreo ricos y pobres, figuras y eso que mal llaman “modestos”. Hay gente con la carrera encarrilada; y gente que nunca entrará en el gran banquete. Hay, ahora sí, y por fortuna, una legión joven ilusionante sobre la que escribiré otro día. Y hay una amplia familia de lo que podríamos llamar “clase media”. Toreros que están entre dos aguas, pero toreros que saben torear y que tienen la obligación y la urgencia de “romper” o de lo contrario se congelará su crédito.
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