Los toreros en situación de exigir, el sistema impositivo y los propietarios de las plazas de toros, no parecen haberse dado cuenta exacta de la trágica realidad económica que atraviesa este país. Aquí se sigue hablando de cantidades ofensivas para millones de españoles sin trabajo ni perspectivas de conseguirlo y para los miles de familias que no tienen otra salida que las colas de Cáritas cuando sus hijos les piden pan y sienten la impotencia de no poder dárselo. Y de poco sirve que algunos toreros compasivos contribuyan con sus migajas a ayudar a los que más duramente están soportando la crisis porque eso, en todo caso, es sólo caridad y lo que necesita este país es trabajo, justicia social y buen gobierno. Además que la generosidad con fotografía publicitaria, ¡gato!...
