En el momento de madurez en que se encuentra como torero, no se podía poner en mejores manos. Manolo Tornay y Ellauri son dos taurinos serios y con el sentido común tan necesario, por infrecuente, en el difícil mundo del toro.
Antonio Ferrera ha hecho la mejor elección para su futuro. En el momento de madurez en que se encuentra como torero, no se podía poner en mejores manos. Manolo Tornay y Ellauri, dos taurinos serios y con el sentido común tan necesario, por infrecuente, en el difícil mundo del toro han sido los artífices de que un torero como El Cid, que estaba a punto de sentar plaza como eterna promesa, bajo su administración haya vivido años de esplendor y gloria profesional. Le dieron a Manuel Jesús la moral que necesitaba para creer en sí mismo, y su nombre está ya en la historia del toreo con letras mayúsculas.
No he cruzado nunca ni una palabra con Ellauri, pero de Tornay me considero amigo y todavía, después de tantos años, estoy esperando oírle a alguien una palabra más alta que otra sobre su talante o manera de proceder. Ferrera es un torero sólido y ha devenido en un gran lidiador. Un torero, Ferrera, serio y al que hay que llevar seriamente, por eso tengo para mí que lo mejor del extremeño está todavía por venir, y que la culminación de su carrera llegará con sus nuevos apoderados.
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Ferrera ha sabido elegir
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