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Ferrera, un maestro en plenitud

FOTOS DE ARJONA DEL FESTEJO

VÍDEO RESUMEN DEL FESTEJO

LA OPINIÓN DE PACO MORA: “Tarde emotiva, tensa e interesante”

Fotos: ARJONA

Torerísimo Ferrera ante el muy complicado cuarto de Victorino, al que le cortó una oreja de ley. Se revolvía el astado, que medía, se colaba y pedía en todo momento el carnet. Demostró tenerlo más que en regla el torero, que se impuso con enorme sabor y torería al tremendo fondo de casta del ejemplar. Firmeza, decisión, máxima honradez… completísima actuación tanto con el capote como con la muleta. Muy echado para adelante el diestro, centradísimo en todo momento. Dio gusto verle. Pudo con el toro y, de hecho, se comprobó cómo el toro se sintió podido. Todo, realizado con sabor y hombría. Sonó un aviso antes de que dejara una estocada trasera. Paseó una oreja tras habérsele pedido la segunda.

Oreja para Ureña del tercero tras un episodio interesante, apto para debatir de toros. Paco tardó en ver al de Victorino, que parecía parado, embistiendo de compromiso, sin descolgar y sin recorrer el trazo de los muletazos hasta que, en el tramo final, Ureña decidió, en vez de quitarle la muleta, cruzarse y dejársela puesta al animal, que empezó a embestir con más tranco y claridad. Labor de menos a más, pues, que terminó en todo lo alto. Mató de un estoconazo y paseó el trofeo. Estuvo cerca de “írsele” el astado, pero se finalmente se premió la brillantez de la última parte de la faena y la estocada con la que la coronó.

Escribano perdió con el verduguillo la posibilidad de tocar pelo ante el quinto, un toro de gran calidad, boyantía y nobleza, el de más ritmo y más temple en su embestida del festejo. Lo toreó despacio Escribano, que estuvo bien con él, dando muletazos por abajo y pulseando las arrancadas. Cerró su buena labor con ayudados por bajo muy macizos, muy bellos. Mató de una estocada trasera y tres golpes de descabello esfumaron el premio.

No sirvió el primero, animal muy agarrado al piso y que midió siempre al torero. Ferrera lo intentó en dos fases: una primera en los medios, en la que hubo una buena tanda -la primera- sobre la diestra; y otra en la que, a raíz de que el victorino empezara a pensárselo y tardear, optó por cerrarlo. Pronto cantó el toro que sabía lo que se dejaba atrás y nunca se entregó. Sí lo hizo el torero, que pisó terrenos comprometidos, muy cerca de los pitones. En el primer tercio, el toro derribó a José Manuel González, que picó con maestría. Hubo un gran quite, templadísimo, de Ferrera a la verónica; y otro por chicuelinas de Escribano, con quien Ferrera compartió banderillas con lucimiento. Mató de pinchazo y estocada sin puntilla. Ovación con saludos.

Silenciado Escribano con el segundo, toda una prenda, un auténtico “regalo” de Victorino. Se lo guardó el animal todo dentro, se mostró orientado desde el minuto uno, midiendo siempre, puro peligro. Nunca recorrió el trayecto del muletazo y anduvo pendiente del torero, que lo había recibido con gran sangre fría a portagayola, aguantando paciente que se decidiera a acometer al capote. Entró a matar tres veces y hubo de emplear en tres ocasiones el descabello.

El sexto sacó peligro, llegando a prender a Ureña cuando remataba una serie con un pase de pecho por el pitón izquierdo. Fue especialmente malo el toro por ese lado, que cogió al torero por la corva, afortunadamente sin llegar a calarle. Lo intentó por ambos pitones Ureña, pero el toro, poco agradecido, no le dio apenas opción. Deficiente con los aceros. Silencio.

Sevilla, sábado 29 de abril de 2017. Feria de Abril. Toros de Victorino Martín. Bien presentados y de variado e interesante juego. Destacaron, por buenos, 3º y 5º; y por duro, encastado y complicado, el 4º. Antonio Ferrera, ovación con saludos y oreja tras aviso con petición de la segunda; Manuel Escribano, silencio y ovación con saludos tras aviso; y Paco Ureña, oreja y silencio. Entrada: Lleno. Ferrera invitó a banderillear en el cuarto a José Manuel Montoliu, saludando montera en mano. El paseíllo fue amenizado con la interpretación del pasodoble “Manolete”, en lugar del clásico “Plaza de la Maestranza”. Tras el mismo, Manuel Escribano fue obligado a saludar montera en mano, invitando éste a sus dos compañeros a compartir los aplausos del público.

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Ferrera, un maestro en plenitud

Víctor García-Rayo

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