La semana pasada acabé las Leyendas de los capas -maletillas- con una media verónica que buscaba el equilibrio entre los viejos caminos de acceso a la profesión, tan duros, tan románticos, tan olvidados, y los actuales, más correctos, más defendibles, más humanos…
No logré disimular cierta dosis de nostalgia. Si pretendía equilibrar los pros con los contras de una y otra vía, no lo logré, admito el fracaso. Y no sólo eso, horas después, esa misma nostalgia y el ánimo de muchos amigos, especialmente los jóvenes a los que la lectura del repor había ayudado a descubrir aquel mundo de aventura y bohemia ya perdido en la noche de la modernidad, me han impulsado a rematar el tema con otra media verónica. La fórmula no deja de ser clásica: ante los aplausos, sigo, ahí les dejo la segunda y definitiva media de los capas.
- Capeas frente a escuelas. La primera vía la veo más hermosa, la segunda más lógica, como aficionado me quedo con la primera, como padre me quedaría con la segunda. Si fuese posible una síntesis de ambas, si pudiésemos mezclar el realismo de la primera y el humanismo de la segunda... habríamos encontrado la piedra filosofal pero no creo que se pueda lograr
- La llegada de los capas de mis tiempos a los tentaderos, a pie, por las trochas y carriles, por su cuenta y más tarde con seiscientos propio y gasofa ajena sin que nadie se explique cómo se enteraron, bueno sí se sabía, a golpe de ingenio, ¡era un espectáculo!
- Eran tiempos de peripecia, seguramente más bonito de contarlos que de vivirlos. El comer por sí mismo, recordaba Miguel Márquez, era un problema a resolver cada día: “el que descubría una encina de bellotas dulces había descubierto un tesoro”; y otro tanto ocurría con el cobijo, hasta el punto que en todo ese tiempo no conoció ni hotel ni posada
- En los pueblos de Valencia se forjaban no sólo los banderilleros que dieron fama a esta tierra sino también los mejores toreros cómicos, entre ellos Juan Losilla “Laurelito”, el mejor de cuantos se conocieron. Toreaba en serio y ganado de mucho respeto, sólo que tenía un don especial para desternillar a chicos y mayores
- Andrés Vázquez: “Cuando sale uno que te quiere coger hay que ponerle la muleta en codillo, ese era el secreto de Ortega, así se paraban, pero hay que hacerlo con torería, sin prisas y en cuanto sale un hilito de sangre…”
-Entendido. No siga maestro.
-Pues eso.
-¿Qué hacemos con las capeas?
-Dejarlas y el que quiera ir que vaya. Muchos de los que ahora quieren ser toreros no duraban una temporada.
(Foto: Joserra Lozano)
