Afortunadamente no ha sido Morante el único triunfador de la Feria de Sevilla. A la cita acudió también el coraje y el orgullo y en ese palo destacó Roca Rey, un gallo de pelea que no se da por vencido. El peruano ganó la batalla de la taquilla que es como mostrar su anclaje social, a un torero no se le sigue por nada sino más bien por todo y el todo de este RR son las agallas, la personalidad y la capacidad de imponerse a las comparativas y a los toros que en la resaca morantista le correspondieron duros y difíciles, no le importó, atacó y venció. Se va de la feria con una Puerta del Príncipe y cinco orejas.
Hubo más, otra Puerta del Príncipe de Tomás Rufo, que hay que valorar por cómo estuvo y por tratarse de un recién llegado que traspasa el glorioso umbral por segunda vez en dos años de matador. Hay que decir que no es Morante pero es un toledano recio y firme con todo el futuro por delante. No hay que olvidar una faena fantástica de Manolo Escribano premiada con dos orejas de un victorino y mañana vuelve con miuras; otro doble trofeo por una excelente faena cortó Emilio de Justo que tuvo la Puerta del Príncipe en la mano; otra faena de torero grande firmó un pletórico Daniel Luque; y no sería justo olvidar el excelso toreo de capa de Juan Ortega al que le cupo medirse con Morante en su gran tarde, mala suerte, pero seguro que el tiempo rescatará su delicadeza capotera; eso además de momentos de fantasía de Talavante en busca de una nueva versión: ¡aquellos lances verticales y mecidos con medio capote! Fueron un trueno de aviso. Anda de vuelta.
Y ayer sábado la confirmación de que lo de Morante no tiene límites, esta vez con dos marrajos desabridos, uno por manso y otro por malintencionado, con los que se puso sin reparos con decisión de torero macho; y el triunfo de Ginés Marín, el torero que crece y crece desde la ortodoxia, ahora en Sevilla, posiblemente la mejor espada del momento... al que solo un manso desabrido le negó a última hora la Puerta del Príncipe. ¡Vaya feria de categoría!... que no se acabe.