Ocurrió ayer, día 21 de junio, en la feria de Algeciras. El maestro Salvador Vega lidió dos fuenteymbros muy diferentes, el primero un buen toro, bravo, encastado y, ya se sabe, la bravura y la casta son exigentes…
Ocurrió ayer, día 21 de junio, en la feria de Algeciras. El maestro Salvador Vega lidió dos fuenteymbros muy diferentes, el primero un buen toro, bravo, encastado y, ya se sabe, la bravura y la casta son exigentes. El torero, a mi entender, estuvo sencillamente perfecto desde que se abrió de capote hasta que se volcó sobre el morrillo, para cobrar una gran estocada. Con el capote lo toreó muy bien, enseñándole a embestir y corrigiendo la tendencia a salir con la cabeza alta, y luego con la muleta igualmente estuvo perfecto, sin el más mínimo error, mostrando gran entrega, técnica y la calidad que le caracteriza.
Su segundo toro fue complicado, a pesar de ello y de tener ya dos orejas en el esportón se la jugó a ley, tanto que le dio una fea voltereta, indicativa de la verdad con que se puso. Al final de la faena el toro ya estaba imposible y Salvador le recetó otra gran estocada y un certero descabello. La actuación del maestro Vega ayer dio la dimensión de un torero hecho, sólido, solvente, muy importante, que mostró gran ambición, entrega y verdad. Por haber sido en Algeciras, su segunda patria chica, probablemente esta actuación no tenga demasiada repercusión entre la afición (si para los que le vimos), pero yo pienso que si sigue así su apoderado le va a firmar muchos contratos y el próximo año estará en las ferias.
Siempre pensé que Salvador Vega tiene todas las condiciones para ser figura del torero (calidad, técnica, valor y cabeza), ahora sólo falta una cosa: que él lo decida, que se autoconvenza y se trace un camino recto, sin desviarse un ápice de la actitud y disposición mostradas ayer. Ya sé que esto está muy difícil, y que el sistema establecido es más que complicado, pero cuando se está como el maestro Vega estuvo ayer se acaban abriendo las puertas.
