Sigo creyendo en el titular que puse la pasada semana. A falta de jóvenes que se quedaron excluidos del paraíso hasta dejar una feria en la que no hay ni bodas, ni bautizos, ni vírgenes del oficio vestidas de luces, toma cuerpo la rebelión de la segunda fila. Ahí malvive un grupo amplio de buenos profesionales, de piel curtida, de corazón cansado, de cerebro harto de esperar en la larguísima cola del paro o del salario súper mínimo, que están explotando y tomando la Bastilla de las ferias.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1964
