El San Isidro más largo de la historia ha sido un gran reconstituyente para la Fiesta. San Isidro 2014 o ha marcado el futuro o ha sido un glorioso espejismo. Lo único cierto es que Madrid sigue siendo Madrid, que la afición está viva, que esta plaza de caer sería la última, la Numancia, la Sagunto de la resistencia taurina. Pero ojalá que no necesitemos héroes ni mártires, ni llantos ni soflamas patrióticas. Si esto muere será por culpa de los taurinos, si esto resucita y perdura será gracias a la afición y a la sensatez de algunas empresas como la de Madrid. Y todavía se ha notado la mano del último de los grandes empresarios, José Antonio Chopera, que ha marcado bien el camino a su hijo Manuel, un taurino joven, educado, tranquilo y creciente en su oficio/pasión. Y las manos de los que manejan el barco de Madrid se notan. Y se agradecen.
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