Pasado el Domingo de Resurrección queda definitivamente inaugurada la temporada. Había pasado la ascendida Valdemorillo, la moderna Olivenza, la ex torista Magdalena, la lujosa Valencia, ya saben la primera de primera, no nos habíamos repuesto de la feliz sorpresa de un Domingo de Ramos en Madrid lleno hasta la bandera, lo que nos quedaba por ver, pero hasta que no llega el domingo de Pascua en Sevilla siempre queda algo por estrenar. Así que desde el domingo pasado ya se puede decir con todas las consecuencias aquello de ¡Queda inaugurada esta temporada! El cartel de este año además de lujo, Sevilla es un lujo en sí misma, tenía argumento, en realidad argumentos y títulos fáciles: Resurrección y despedida o Espartaco al rescate, se podría entender al rescate de Sevilla… y engancharía perfectamente con aquel eslogan made in El Pipo, de cuando Rafael apoderaba al progenitor del actual Espartaco, Viene a romper las cadenas del toreo… en este caso las cadenas de ese lío indescifrable que le está jodiendo la vida y el cartel a la mismísima Sevilla. También era el cartel de La Vuelta del hijo pródigo o Cómo enmendar un error, grave error… el de Manzanares, naturalmente, porque nunca se entenderá, ni siquiera él consiguió explicarlo, por qué Manzanares renunció el año pasado a la Maestranza, su baluarte más incondicional. Eso sin olvidar que tomaba la alternativa un chavalín, Borja Jiménez, A la caza de un sueño que no siempre es imposible y si no que se lo digan al mismísimo Espartaco que después de bordear la desesperación y la ruina, cuando nadie daba un duro por él, y nunca mejor dicho, acabó reinando en el toreo.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1958