A mi amigo y compañero Manolo Molés le preocupa grandemente el bajón espectacular de la temporada 2012 en lo que se refiere a celebración de corridas de toros, así como la casi testimonial presencia de novilladas. Y a mi director y casi hermano, que el de hermano como el de padre son sentimientos que habitan en el corazón, le andan rondando por la cabeza hace tiempo esas malas hierbas que le crecen a la Fiesta, amenazando con agostar una de nuestras más arraigadas señas de identidad. Y ambos tienen razones para estar preocupados por el futuro del toreo. Preocupación a la que se ha unido últimamente José Antonio Martínez Uranga, hombre ecuánime y sereno donde los haya, que conoce el percal taurino como pocos.
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