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Hablar, compartir y aprender es muy sano

Los extremos, habitualmente, crean dudas, reticencias, desconfianzas. Y los extremos existen y no tienen por qué ser malos ni regulares ni buenos. Depende. Todo depende de lo que lleve por dentro cada personaje, cada idea, cada movimiento, cada cruz o cada raya.

Te pongo dos ejemplos. Hace poco di una charla en Las Ventas con la grata compañía de Adolfo Rodríguez Montesinos y Roberto García, presidente de la Asociación El Toro de Madrid. Y todo el 7 de Madrid. Y en muchísimas cosas coincidimos y en muchísimas cosas discrepábamos al mismo tiempo. Y es que hablar, compartir, aprender y enseñar es muy sano. Porque no hay un pensamiento único. Y si lo hay, acabamos de inaugurar el despotismo. Volveré todas las veces que las huestes del Rosco me llamen. Como volveré a reconocer lo bueno que ha tenido esta última feria. ¿Cuántas hemos visto? Las de don Manuel Chopera, grandísimo personaje, y sus hijos. Y hay que decir que ahí (donde también debutó el gran Florito, uno de los mejores personajes y profesionales que he conocido en la Fiesta) arrancó el abono de Las Ventas. Y la herencia la multiplicaron los hermanos Lozano. Bueno: Pablo, José Luis y Eduardo, porque Manolo siempre fue el “Llanero solitario” lejos del negocio fraternal. Su taurino de cabecera fue don Pedro Balañá, el bueno. Luego la saga se vino abajo. Y Manolo tomó la alternativa en Tánger con Manuel Benítez. Es el verso suelto de la dinastía. Apoderó a El Juli, Roberto Domínguez y Ortega Cano y ahora a Morante por las plazas de segundo y con “Estación Termini” en San Miguel. Dos tardes en plaza de primera.

El CANAL DE TOROS FUE UN BUEN INVENTO Y DIO VIDA A LA FIESTA

Los tres Lozano que cabalgan juntos elevaron todavía más la feria de Madrid. Ya quedaba enterrada la época loca de Berrocal o el dislate de una gran persona como don Diodoro Canorea, que entró en Las Ventas a caballo de un puñado de ricos de La Mancha. O sea, Quijotes y Sanchos. Larga y fértil la etapa lozanista en cuyos inicios aparece Canal Plus en aquella inolvidable reunión a la que asistí con los jefes de la casa, los Lozano y el gran patrón don Jesús de Polanco. La oferta fue buena y la idea mejor.

Los extremos, habitualmente, crean dudas, reticencias, desconfianzas. Y los extremos existen y no tienen por qué ser malos ni regulares ni buenos. Depende. Todo depende de lo que lleve por dentro cada personaje, cada idea, cada movimiento, cada cruz o cada raya

Y en 1992 arrancamos con toda la feria. Y grande el momento clave. Oído todo, dice José Luis Lozano: “Entonces, hecho, y si hay que quitar las dos de Televisión Española pues…” y el viejo Polanco le cortó ahí con algo genial: “No, no quitéis la Televisión Española, ahí es donde nos vamos a anunciar para que sepan que existe y se inaugura un canal de toros que tiene que durar mínimo veinticinco años”. Justo esos son los que dirigí periodísticamente. Luego el invento todavía tiene salud y va camino de los treinta. Fue un buen invento y se hizo tan sólido, serio y atractivo que ahí está.

En los años de los Lozano, como en los de José Antonio Chopera, ambos disfrutaron de la difusión y el atractivo de algo tan novedoso, cuidado y nada triunfalista ni errático como un canal de toros. Confesaron que el canal dio vida a la Fiesta y logró aumentar el número de abonados. Grandes empresarios antes de llegar Simón y Nautalia.

SI SIMÓN FUERA UN APROVECHADO AHORA SERÍA EL MÁS RICO

Yo solo tengo un antecesor en el capítulo de toros en la tele con ese punto de modernidad cabal. Y ese es y fue Simón Casas en Canal Plus Francia. Y lo hizo muy bien. Te gustará Simón mucho, poco o nada. Me da igual. Pero es un tipo con imaginación y que no cesa de darle vueltas a la cabeza para mejorar la Fiesta. Si Simón fuera como tantos, un aprovechado de la Fiesta, ahora sería el más rico de los taurinos. La cantidad de dinero que empleó para sus ideas, inventos, sueños, realidades… denotan que tiene, al menos hasta el día de hoy, más de romántico que de banquero. Y eso va en contra suya. Este preámbulo me lleva a que con Simón hemos vivido la feria menos aburrida y más exitosa de los últimos años. Y eso es verdad y va a misa. Han embestido más toros de lo habitual, más orejas (algunas muy equivocadas por el carajal del palco) y un grupo de triunfadores a pie y a caballo, y de toros embistiendo, y de revelaciones como hacía años que no sucedía. Han triunfado, de arriba a abajo, los Juli, Talavante, Manzanares, Roca Rey, Castella, López Simón, Luis David, Fortes, Ginés Marín, Pepe Moral, Javier Cortés, etc. etc. Más la gloria para quien lleva ganadas mil batallas al toro montaraz en la oscuridad de las ferias, bienvenidas sean, súper toristas. Ese gran lidiador llamado Octavio Chacón. Y lo nunca visto (joder, nunca mejor dicho), el terremoto de Diego Ventura. El primer día, dos y quince puertas grandes sumadas. El segundo día del centauro, la puerta número 16 y lo que nunca había sucedido a caballo en Las Ventas: cinco orejas y un rabo. Se salió. Temblaba Las Ventas de emoción. “Si el viejo Polanco levantara la cabeza…”. No se televisó. El rabo número trece de Las Ventas, el número uno de un jinete. Lo habían precedido Belmonte, dos veces, Manolo Bienvenida, Marcial Lalanda, Alfredo Corrochano, Curro Caro, Lorenzo Garza, más Manolo Bienvenida -dos veces-, Vicente Barrera, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida… el de Palomo y la bronca fue la doce. El derribo de la puerta grande, no se puede estar mejor, reventó la plaza. Fue la trece para Ventura. Y que no te cuenten cuentos, no se puede estar mejor. Hizo historia, reventó la plaza. Para guardar la película de 2018. Los hermanos Lumière todavía no habían descubierto el cine. Y nadie lo vio. El desprecio disparó por la culata.

Y de Jardón y de Berrocal no quiero acordarme en la desigual suerte de la plaza de Madrid. ¿Quién fue el mejor de aquella época tan gris y tan rentable? Uno: Livinio Stuyck, el inventor de la feria. No eran mejores las suyas. Madrid dio nota alta. Falta que se cumplan los tres tercios. Y que el de varas no sea una sangría. Tres veces al caballo, torear, quites, competencia, ver al toro, variedad… Tú pagas el menú completo. En Francia lo dan. ¿Aquí por qué no?

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Hablar, compartir y aprender es muy sano

Manolo Molés

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