Más allá de los titulares de la actualidad taurina, las últimas semanas están marcadas por las fechorías y fechorías, una tras otra, de los anti. Mucho me temo que nos tengamos que acostumbrar a convivir con ello.
Y si malo son sus bufonadas, peor o mucho peor aún es el rédito o resonancia mediática que obtienen hasta de las tribunas más cualificadas. Como en el parchís hacen una y cuentan diez. Telecinco se lleva la palma. Cada vez que habla de la cuestión en lo que se refiere a las acciones abolicionistas sube el pan. Y lo que más me jode es que lo hace a través de quien considero gran profesional y buen aficionado, Pedro Piqueras, el que supongo se ve sorprendido en su buen talante. Otra explicación no encuentro. Hablan constantemente de consultas, referéndums, votaciones sobre toros sí toros no en los pueblos de Valencia, en los que siempre acaba ganando el no a los toros, de tal manera que acaba dando la sensación de unos progresos del abolicionismo terribles e irreversibles. No es verdad, es un mensaje tendencioso. Primero porque no hay ninguna consulta de esas que se haga con garantías de limpieza teniendo en cuenta además que los convocantes son directamente partidarios de una opción, hasta el punto que ha habido casos en los que no han dejado votar a quien iba con una bandera española por la sencilla razón de que no le salía de sus cocos; porque son cuanto menos alegales; porque no son vinculantes; porque cuentan con una participación censal tan mínima que apenas valdría para dar valor a una encuesta… y nada de eso se dice nunca en tales informaciones.
En la mayoría de los casos intentan revestir sus informaciones de pluralidad con opiniones a pie de calle y ¡oh casualidad! los ciudadanos/as que aparecen en imagen a favor de la prohibición son gente joven e ideal, mientras los partidarios del sí a los toros, otra vez ¡oh, casualidad! son gente de una imagen más descuidada, de más edad y más alejada de la divinidad social, cuando la realidad es que los partidarios de ese tipo de festejos en estas tierras son fundamentalmente jóvenes de las zonas rurales y no tan rurales.
Y acaba viéndoseles el plumero de la tendenciosidad cuando todavía no han dicho que los festejos de esta Comunidad, tan en boca de los informativos del prime time, a pesar de tanto plebiscito y tanta beligerancia, el último año aumentaron más de un seis por ciento; ni que se celebran 8.500 funciones hablando en términos absolutos sólo en la Comunidad Valenciana, todas ellas autorizadas por una administración de un determinado signo político que en una instancia posterior otras del mismo signo tratan de prohibir en una grandiosa ceremonia del confusionismo. Estoy hablando del PSOE y sus socios que aprueban en la Generalitat y joden en los ayuntamientos. Tampoco las informaciones de las teles dicen que sólo en tres poblaciones, Alzira, Xirivella y Moralet, tres no más, han dejado de hacer toros por creencias abolicionistas. Tampoco dicen que en el mismo pueblo, Aldaia, donde los intentan prohibir el año que viene con la excusa de la dichosa consulta, el mismo alcalde los autoriza en un barrio de la periferia.
Telecinco no es el único, ahí esta El Confidencial como otro ejemplo reciente. Titulaban a golpe de demagogia: No hay dinero para salvar primates y sí hay subvenciones para los toros. Alguien de una puñetera vez, ¿dónde está, qué hace ya La Fundación?... debería cortar de raíz esa bola/bulo de nieve contaminada que rueda y rueda contra el toreo. No sólo no hay subvenciones a los toros, hay que repetirlo tantas veces como digan ellos lo contrario, sino que hay que insistir en que los toros generan mucho más que reciben, porque es verdad. Además de mentir con el estribillo de las subvenciones a los toros, la información de El Confidencial reivindicaba ayuda económica, es decir subvenciones para mantener una reserva de monos en el frío clima de la Comunidad de Madrid a costa de ponerles calefacción. La primera pregunta que se me antoja es preguntar si eso no se considera tortura, lo de mantener monos en el frío. Si al menos los llevasen a la Costa del Sol… Y hay más, muchos más, la lista de los agravios es interminable, son ataques de delirium, como en el caso del alcalde de Valencia, el tal Ribó, primer edil de la tercera capital de España, donde se produce un tráfico endemoniado que su gente se empeña en liar más cada día, donde las mafias de los mendigos campan a sus anchas, donde tanta gente pasa necesidad y sufre carencia de servicios, donde tantas reivindicaciones pendientes tiene en cartera el Ayuntamiento y el hombre pretende sin tener competencia alguna sobre el tema, ni poner un euro, prohibir los toros en las pedanías de la capital en un ataque de fervor abolicionista que ha tenido que corregir su propia gente pidiéndole que no cree problemas donde no los hay. Vaya tropa.
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Hacen una y cuentan diez
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