Los primeros dicen claramente que son antitaurinos, por tanto, enemigos de la libertad, dictadores del siglo XXI avanzado, aunque parezca mentira, que quieren prohibir la tauromaquia. De hecho, la prohíben, especialmente algunos alcaldes que tienen todo el poder en sus manos, ya que les basta con ordenarle al perito que les haga un informe negativo del estado de la plaza de toros, diciendo que no está en condiciones de albergar espectáculos taurinos. Todos conocemos casos de este tipo. No sé si se dan cuenta de que al prohibir la tauromaquia lo primero que prohíben es el toro de lidia, pues desparecería inmediatamente de este planeta, ya que no valen para otra cosa al ser humano, que somos los que los mantenemos y cuidamos. Los que van a la plaza mueren, aunque algunos salvan su vida gracias a su enorme bravura, y vuelven a la dehesa para pasar el resto de sus días disfrutando de cuanto allí tienen igual que sus hermanos. Es decir, que van directamente contra los toros que dicen proteger.
Es cierto que el toro después de vivir cuatro o cinco años en la dehesa, cuidado como a ninguno otro animal se cuida, va a la plaza, y tras luchar 10-15 minutos, para lo que está perfectamente diseñado por la naturaleza, que le ha hecho así, muere, pero muere haciendo lo que mejor sabe hacer, luchar, y ello permite que sus hermanos sigan viviendo. Tal vez la cerrazón mental de los antitaurinos les impide comprender algo tan elemental, pero no me extrañaría que así fuera. Naturalmente cualquier aficionado al toreo jamás debería dar un voto a este tipo de políticos liberticidas que quieren prohibir una tradición nuestra de hace siglos, fiesta única como no hay otra, como dijera, para el ABC, muy bien Charles Chaplin, Charlot, cuando vio por primera vez una corrida de toros en San Sebastián el 9 de agosto de 1931: “Lo que más me gusta es los ejercicios de capa (sic). En las corridas se reúne todo: color, alegría, tragedia, valentía, ingenio, brutalidad, energía y fuerza, gracia, emoción... Todo. Es el espectáculo más completo. Ya no me podré pasar sin corridas de toros”.
Los segundos, los obstaculizadores, dicen proteger la tauromaquia, pero en verdad hacen, generalmente, lo contrario, pues le ponen miles de obstáculos, ponen constantemente piedras en las ruedas para que no puedan darse toros de forma normal. Sacan pliegos con unas condiciones imposibles de cumplir sin perder dinero, etc. En fin, tienen muchas artimañas para ir contra la fiesta de los toros, en lugar de cuando un empresario lleva varios años en una plaza haciéndolo muy bien, dando festejos muy buenos, y cumpliendo su palabra, apoyarle de verdad para que pueda seguir haciéndolo, promocionando y difundiendo la tauromaquia, facilitarle la labor en todo lo que puedan. Es decir, ayudar. Pienso que tampoco para estos debería ir un solo voto de aficionados taurinos, porque dicen una cosa y hacen otra. No son de fiar.
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Hay políticos prohibidores y otros obstaculizadores
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