Con lleno total en los tendidos se celebró la cuarta corrida del abono de San Fermín. Se lidiaron cinco toros de Eduardo Miura y uno de César Moreno, lidiado en sexto lugar que fue silenciado en el arrastre. Los miuras, lidiados en segundo, tercer y cuarto lugar fueron ovacionados por su juego. El quinto toro, de nombre Navajito, colorado, marcado con el número 66 y que dio un peso de 561 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo. Ruiz Miguel (división de opiniones y oreja), José Antonio Campuzano (oreja y dos orejas con petición de rabo y dos vueltas al ruedo) y Ortega Cano (vuelta al ruedo y palmas).
Salvador Pascual destacaba en Aplausos el juego de los toros de Zahariche: “Enorme triunfo el obtenido por el ganadero Eduardo Miura en Pamplona. Envió un corridón de toros preciosos, serios y cornalones, cabezas pavorosas que fueron acompañadas por embestidas de lujo, humillando y repitiendo una y otra vez con fijeza y acudiendo con una prontitud que los hacían excepcionales. Les pegaron fuerte en varas y se arrancaban al caballo con una prontitud admirable. Con la muleta fueron verdaderas máquinas de embestir con una movilidad y recorrido extraordinarios, que tuvieron la virtud de venirse arriba en el último tercio”.
Ruiz Miguel estuvo voluntarioso en su primero, que no dio facilidades. Con el cuarto, un toro que tenía dos puñales afilados, el de San Fernando volvió a ser el torero de la vibración de sus grandes tardes, al que toreó francamente bien, logrando cortar la oreja.
Ortega Cano aprovechó el buen pitón izquierdo del tercero instrumentando buenos naturales en los medios en una faena muy lucida. Perdió la oreja al matar de pinchazo, media y dos descabellos. Con el sobrero de César Moreno realizó una faena voluntariosa.
Pero como señalaba nuestro director de entonces, Salvador Pascual, la tarde fue de José Antonio Campuzano: “En el segundo de la tarde aprovechó las condiciones del toro en una buena faena derechista, que tras media estocada le valió la oreja”.
“El lío vendría en el quinto, el toro de nombre Navajito, colorado y marcado con el número 66 que era de una calidad extraordinaria. Antonio Chacón le puso dos soberbios pares plenos de torería y otro magnífico Luis Arenas, teniendo que saludar montera en mano. En la muleta, el toro fue uno de esos raros ejemplares que se ven de tarde en tarde. La faena fue muy larga y el animal embestía igual en el muletazo último que en el primero, mantuvo una regularidad, temple y calidad en la embestida realmente impresionantes. Al final de la faena se arrancaba desde muy lejos incluso antes de citarle el torero. José Antonio Campuzano estuvo inmenso. Lo aprovechó totalmente. Naturales larguísimos, espléndidamente rematados y ligados con el de pecho. Fenomenal faena del torero de Gerena. La plaza era un clamor. Una estocada hasta la bola. Dos orejas con fuerte petición de rabo y dos vueltas al ruedo mientras Navajito se le daba la vuelta al ruedo con la plaza en pie, en medio de una impresionante ovación”.
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