José Garrido paseó una oreja del primer toro de Santiago Domecq que abrió la tercera de abono en la Maestranza de Sevilla. Estas eran sus impresiones entrebarreras ante los micrófonos de OneToro TV: “Esta plaza para mí lo merece todo y qué menos que darle mi entrega delante de un toro y que pueda escuchar estos oles tan bonitos que se sienten aquí en Sevilla”.
Sobre la faena, decía: “La he vivido con intensidad. El toro ha tenido un gran pitón derecho y como se reducía, no podía tampoco apretarlo mucho y tenía que cuidarlo, pero por el lado derecho ha hecho cosas muy buenas y lo he podido acompañar y torear profundo como a mí me gusta. Y por el izquierdo sí tenía un poquito más de pellizco, pero el aire también molestaba y costaba salvarle el muletazo, porque a veces embestía arrebrincaete pero ha sido un gran toro y yo lo he disfrutado”.
“Era el primer toro de la tarde, que siempre sabemos que cuesta mucho, pero a mí lo que me cuesta es levantarme a las ocho de la mañana para torear”, concluía.
Tras lidiar al cuarto, comentaba: “No sé yo si la concedería la banda de música la oreja a la hora de darle un espadazo al toro. Creo que he antepuesto muchos problemas que ha habido durante la lidia, porque el toro tenía la vista cruzada, hay que decirlo, y he intentado no hacer ningún gesto de cara a la galería para no contagiar a la gente de algo que hay que solucionarlo por la mañana o en el campo. Partiendo de esa base, el toro ha tenido cosas buenas, ha tenido alegría, ha querido moverse y hacer cosas buenas, lo que pasa que el animal cuando pasaba de la segunda pierna, salía desentendido, no por condición sino por el problema de la vista que tenía”.
