La feria arrancó bajo la lluvia despiadada la mayor parte de los días primeros. Y al cuarto llegó la suspensión por doble motivo: porque llovía sobre la plaza y porque llovía sobre la taquilla. El que Robert Margé no pudiera lidiar su corrida en el debut, el cambio de ganadería facilitaba la devolución de la pasta. Y tal y como estaba el día martes, la gente optó por recuperar el dinero y pegarse una señora merienda. Con la señora o con quien le dio la gana. De todos modos, el agua que bendicen todos los campos de la vieja España es salud, comida y ahorro para los ganaderos. Nunca, o hacía años, los campos de Castilla, de Andalucía y de Extremadura lucieron tan verdes, verde hierba fresca y pasto para cuando llegue la calor. La naturaleza es así. El clima no lo cambian los hombres, aunque ese también supone un pingue negocio, el clima, los cambios, el agua o el solano, el deshielo o la sequía lo maneja quien maneja este infinito tinglado de planetas, constelaciones, vientos, estrellas y lo que no alcanzan los periscopios y los satélites.
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